Tartines de cerezas
Este es mi regalo de Navidad para todos ustedes. Con amor.
¿Se sigue usando eso de ir a tomar el té a la casa de amigas?
Té verdadero, con la vajilla buena, variedad de masas dulces y manteles bordados, eso digo. No sé... hace tanto que no salgo que tal vez pasó de moda y no me enteré.
Cuando yo era chica y vivía en Entre Ríos con mis abuelos, los sábados eran los días de tomar el té con amigos. Se invitaba o se era invitado, pero nunca se tomaba el té solos en casa. Y siempre se cocinaba una receta especial para compartir. Oh, los buenos tiempos.
Recuerdo que los chicos nos íbamos a jugar afuera, todos bien vestidos al principio, y bien vestidos pero llenos de manchas de pasto, al final. Las señoras tenían peinados de peluquería y llevaban flores de regalo. Mi abuela, que hacía todo bien, ponía la mesa con unas servilletas que ella misma bordaba.
Si hay algo que me encanta aún hoy, es sentir admiración. Y en ese entonces tenía la suerte de vivir en admiración: hacia mi abuela, que hacía de todo, desde cocinar hasta contar cuentos y cantarme canciones en alemán mientras cosechábamos batatas, hacia las señoras que eran tan modosas, hacia los hombres que se sentaban en la galería y dejaban los sombreros en un perchero especialmente hecho para ese uso. Añoranza es lo que siento.
Y había una señora que se llamaba Marciana. Era la cosa más fascinante. Háganme acordar algún día de contarles algo más fascinante aún sobre mi confusión acerca de mi identidad racial.
Por si les surge un té, o les dan ganas de invitar a ustedes, les comparto una receta de biscotti muy sencilla, rápida, guardable, adaptable, que pueden usar como comodín en sus mesas.
Rinde un montón
2 huevos
1/2 taza de azúcar orgánico
1/2 taza de aceite
1 3/4 de harina común
1 cdta polvo de hornear
5 cdas carozo de palta rallado y tostado
1 puñado de castañas
1 cdta vainilla
pizca de sal
1 huevo para pintar
Encender el horno a 170°
En un bowl, colocar los huevos, el aceite, el azúcar, la vainilla y la sal y mezclar hasta que esté integrado. Con un batidor de mano está más que perfecto.
Agregar la harina y el polvo de hornear y mezclar sólo hasta integrar. Tiene que quedar una masa chiclosa, que les puede parecer que no se va a sostener, pero así está bien.
Incorporar las castañas de cajú y el carozo de palta rallado y mezclar.
Formar un rollo largo de unos 5 cm de diámetro y apoyar sobre una placa de horno. Cuando lo apoyen naturalmente se va a aplastar un poco y tomar la forma tradicional de biscotti.
Pintar con huevo.
Hornear por 30 minutos. Deberían verlo dorado claro y redondito hacia arriba.
Retirar del horno y dejar templar. Bajar el horno a 160°
Pasados unos 10 minutos, cortar el biscotton en rodajas de 1 cm de ancho y apoyar sobre la placa sin superponer.
Hornear por 25/30 minutos o hasta que estén dorados y bien sequitos. Esto es importante porque va a permitir guardarlos por mucho tiempo.