Etapas nuevas, cambios y transiciones

Me gusta mucho estar al aire libre y cada vez que puedo arranco mi día desayunando en la galería. Me encantan esas primeras horas frescas del día, nuevitas, con aroma a posibilidades. No sé si es de tanto hacerlo, o por la edad nomás, pero desarrollé una sensibilidad respecto de las temporadas y ya puedo sentir cuando una época cambió. Siento que el verano terminó y sé que tengo que pasar a lo que sigue, que lo que venía haciendo ya no me va a servir.

Muchos de ustedes estarán por comenzar las clases y el el ritmo en el que venían cambia; otros se mudarán, cambiarán de trabajo o de pareja, habrán decidido no tener sobrepeso o dejar de sentirse víctimas de algo, qué se yo, todo es un cambio. Tengo que decir que me llevó cierto tiempo encontrar paz en las distintas etapas de la vida, y sobre todo, en hacer mejores transiciones y hoy comparto un par de cosas que me hubiese gustado saber hace diez años.

 

  1. Sentirse mal ante los cambios ES NORMAL

Cuando me mudé a la casa en la que vivo me sentía mal y me daba vergüenza contarlo porque "tenía" que estar contenta, era un sueño cumplido. En esos días de malestar secreto, una cocinera amiga, que se había mudado como un año antes, mostró su cocina junto con un texto donde explicaba lo mal que le había hecho la mudanza y un podcast de un terapeuta que explicaba por qué. Les garantizo que me dio una paz increíble escucharlo y sentirme normal. Los cambios, aún los buenos, son muy demandantes para el cerebro. El cerebro trata de ahorrar energía convirtiendo en patrones lo que hacemos a diario: el camino al trabajo, los horarios, los olores, los ruidos, las tareas, to-do. Cada vez que cambiamos algo, el cerebro consume más energía tratando de resolverlo. Entoooonces, si te sentís confundido, cansado o incómodo ante un cambio en tu vida, hay una parte enorme que es fisiológica. Se compasivo.

Date tiempo de acostumbrar al cuerpo, de crear nuevos circuitos y dejar que la cabeza se relaje. Mientras tanto, sumá bienestar donde sea posible, hacé más agradable la transición y dejá muy claros los objetivos que van a ir generando pequeñas satisfacciones.

 

2. Preparar la transición minimiza el impacto

A veces la vida no da changüí, las cosas llegan como un tsunami y tenemos que hacer lo que podemos con la situación. Otras, en cambio, son predecibles o cíclicas y nos dan tiempo para desarrollar estrategias. Con el ejemplo del retorno a clases, ajustar gradualmente la hora de acostarse, de levantarse y de las comidas, ayuda al cuerpo a percibir el horario como algo natural. También es beneficioso planificar actividades o prácticas que sean disfrutables: lindos elementos, actividades familiares en los horarios compartidos, días específicos para citas de juegos, actividades para los fines de semana, o lo que más recuerde a las vacaciones. La perspectiva de momentos de diversión hace que la parte más trabajosa de la nueva etapa sea menos impactante. Conocer lo que es esperable de la nueva etapa es clave para asignar el valor que merece cada evento mientras se desenvuelve.

Ante cambios esperables, pero bruscos, como pasar de las vacaciones a la escuela o el trabajo, organizar los horarios y adelantar decisiones como días de playdates va a bajar el nivel de estrés en el día a día.

 

3. Hacer foco siempre en el valor del objetivo y no en las dificultades

Muchos de los cambios que elegimos afrontar tienen que ver con que perseguimos un objetivo de crecimiento: avanzar en nuestra carrera, mejorar la salud, aumentar la calidad de nuestra experiencia humana. Aunque todos sabemos que el crecimiento implica esfuerzo, dedicación y la mayoría de las veces alguna frustración, es común abrumarse y quedar bajo esa nube oscura más de lo que hace falta. Las dificultades no son más que maneras de poner nuestros recursos a prueba, de estirar nuestras posibilidades, de entrenar todos los músculos físicos, mentales y emocionales. Peeeero, sabemos que en el momento de las adversidades esta idea no es la primera que surge, ¿no? Entonces lo que queda es pensar hacia dónde vamos, poner al frente los valores que perseguimos y dar el paso que nos acerque a eso. Un paso. Transitar el cambio de a una decisión enfocada a la vez permite ir aprendiendo, corrigiendo y disfrutando los logros intermedios.

 

Para mí, cierra el verano, mi hija se va de casa, las actividades nos mantienen a todos mucho tiempo separados y ya no pasamos tardes en la playa... Hoy elijo hacer foco en lo afortunada que soy de poder ver crecer a mis hijos y de disfrutar lo que hemos construido con maridismo. Hubo un tiempo en el que soñaba con lo que hoy tengo y no hay frío que me lo pueda arruinar. Ya tengo mi pila de libros, mi tejido y algunos proyectos que me llenan de esperanza y expectativas, y también las botas de lluvia, la bufanda y unos tafiroles. Sean compasivos, no pierdan oportunidad de expresar gratitud por lo que han logrado y les prometo que todo va a estar bien.