Biscuits integrales de queso y salvia
Nunca deben menospreciar la importancia de la cesta de panes en la mesa.
Cuando lean en esto y descubran lo fácil y barato que es hacer sus masas, no vuelven a comprar una empaquetada jamás. Es palabra de Malix.
El otro día leí un artículo sobre cómo las marcas de la industria alimentaria fueron descubriendo a lo largo de la historia lo que más nos movilizaba, emocionalmente, a los consumidores. A partir de esta información crea campañas que se acoplan a nuestros sentimientos y sensaciones y nos ofrecen la posibilidad ficticia de solucionar nuestras dificultades y brindarnos felicidad.
Así, cuando las mujeres estaban más en su casa, la industria ofrecía productos que las hacían sentir sofisticadas y citadinas, haciendo que la comida casera pareciera menos casera. Sí, eso existió. Luego, cuando las mujeres comenzaron a formar parte más activa del mercado laboral y se ocupaban menos de las tareas domesticas, aparecieron las comidas que parecían caseras. Cuando estalló la fiebre de la comida saludable, todo se volvió paquete-verde, fit y 0% algo. Podríamos estar horas viendo cómo las empresas parecen saber lo que justo necesitamos en cada momento de nuestras vidas. ¿Coincidencia? No lo creo.
Amiguismos, estamos viviendo momentos delicados. Momentos de falta de sentido común, necesidad de venta y desesperación. Los invito a reflexionar sobre sus hábitos de consumo, sobre el rol de cada uno dentro de sus familias y en la sociedad, sobre quiénes somos y qué queremos.
A pesar de lo que digan, la familia no dejó nunca de ser el lugar donde los vínculos sociales comienzan y donde aprendemos las herramientas básicas para vivir. Cuidemos ese entorno enseñando a nuestros queridos a conocerse y saber qué es lo que realmente necesitamos. Hagamos que el ruido exterior sea mínimo porque es nuestro interior el que nos guía.
Hoy les propongo hacer la masa de tarta casera. es una pavada mundial, lleva un ratito y es muy muy barata. No hace falta ningún tipo de plástico para envolverla ni conservantes raros para que dure un siglo. Es adaptable a cada tipo de alimentación y permite un perfecto control de qué estamos ingiriendo. Denle una probadita, no se rindan.
Pueden optar por reemplazar la harina blanca por harina integral, o combinar. También pueden agregar harina de lino o chía para agregar más sabor.
Si quieren, pueden prepararla con hasta 24 horas de anticipación.
Rinde dos tapas de hasta 28 cm
2 tazas de harina común
1 cdta de sal
3 cdas de semillas surtidas (chia, lino, amapola, amaranto)
2 cdas de aceite de oliva extra virgen
agua
1. Coloquen todos los ingredientes, excepto el agua, en un bowl y mezclen.
2. Agreguen agua de a chorritos mientras mezclan con una cuchara. Dejen de agregar agua cuando la harina se haya unido en pelotas y ya no vean harina suelta.
3. Vuelquen en la mesada y amasen hasta que vean que esta tierna y suave.
4. Tapen y dejen reposar unos 15 minutos en la mesada.
5. Una vez que haya descansado, separan el bollo en dos partes. Estiran una hasta que sea un poquito más grande que el molde que van a usar. La tartera que ven en la foto tiene 28cm de diámetro y 3 cm de alto.
6. Rellenan a gusto y cubren con la segunda tapa. A mí me gusta doblar los bordes hacia adentro y no recortar, así queda ese crocante delicioso que todos queremos.
7. Dependiendo del relleno, una tarta puede llevar hasta 30 minutos en cocinarse. Si el relleno es muy líquido, les recomiendo colocar la tarta en el piso del horno durante los primeros 10 minutos y después pasarla a la rejilla central.
Esta tarta en particular tiene el siguiente relleno:
1 atado de espinaca cocido
2 tazas de brócoli blanqueado
1 taza de arroz cocido
3 huevos
Sal y pimienta